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Diálogo del paradigma alternativo de Guba, E. G.


Playa La Punta de Los Caracas, Edo Vargas, Venezuela. Fotógrafa Lucy Sousa



EL DIALOGO DEL PARADIGMA ALTERNATIVO


Cuba,  E.  G. (1.991). The alternative paradigm dialog. In The Paradigm Dialog.  Newbury Park, California: SAGE.

        Traducción: Prof. A. María Castro de Núñez.

No es sorprendente que la mayoría de las personas a las que se les pide que definan el término paradigma  sean incapaces de dar una definición clara de su significado. Digo que no es sorprendente por que Thomas Kunh, la persona más responsable de que ese concepto se haya incorporado a nuestra conciencia colectiva, ha usado el término en no menos de 21 formas diferentes, si es que Masterman (1.970) puede ser creído. Algunas personas ven esta falta de claridad en la definición como un asunto desafortunado, pero yo creo que es importante dejar el término en ese limbo, porque entonces es posible redefinirlo en la medida en que va mejorando nuestro entendimiento sobre sus muchas implicaciones. Yo usaré el término en este capítulo sólo en su sentido más común o genérico: un conjunto básico de creencias que guían la acción, ya sea la variedad de acciones comunes de cada día, o la acción relacionada con un inquirir determinado. Cada lector puede refinar esa definición, a medida que progrese su lectura de este libro.
    En este capítulo yo propongo esquematizar lo que pienso que son las diferencias resaltantes entre el positivismo tradicional, por una parte, y los tres paradigmas que han emergido para enfrentarlo, o para reemplazarlo, por la otra parte. Por su puesto, yo tengo mi propia preferencia entre ellos. No sería honesto de mi parte el no reconocer, desde ahora, esa preferencia:  el Constructivismo, . Una consecuencia inmediata de esa preferencia, es que yo reconozco que lo que voy a decir es mi propia construcción, y no necesariamente un análisis objetivo, ya que los constructivistas no solo renuncian al objetivismo, sino que alaban la subjetividad. Por lo tanto, el lector no debería leer  este capítulo con la creencia de que el mismo representa el evangelio, o un amplio acuerdo sobre una posición. Yo lo ofrezco como una forma de entender el tema de los paradigmas. Yo debería señalar también que los constructivistas son relativistas, y que por lo tanto para mí es bastante posible considerar cualquier construcción (incluyendo, por supuesto, la de paradigma) que sea propuesta por personas razonables y bien intencionadas. El lector no debería nunca olvidar que la única alternativa para el relativismo es el absolutismo.

GENERACIÓN DE PARADIGMAS DE INVESTIGACIÓN

    Hay muchos paradigmas que nosotros usamos para guiar nuestras acciones: el paradigma que guía el sistema legal, el paradigma que guía la selección de los ganadores olímpicos, los paradigmas religiosos que guían la vida espiritual y moral, y muchos otros. Sin embargo, nuestra preocupación aquí es con respecto a los paradigmas que guían la investigación disciplinada. Históricamente ha habido muchos, pero desde los tiempos de descartes (1596-1650) los investigadores han tenido la tendencia a utilizar lo que se conoce como positivismo. Todos los paradigmas pasados, al igual que los emergentes pueden ser caracterizados por la forma en la cual sus proponentes responden a tres preguntas básicas, las cuales pueden ser caracterizadas como las preguntas ontológica, epistemológica y metodológica. Las preguntas son éstas:

(1)         Ontológica: ¿ Cuál  es la naturaleza de lo “conocible”? o ¿ Cual es la naturaleza de la “realidad”?.
(2)         Epistemológica: ¿ Cual es la naturaleza de la relación entre el que conoce (el investigador) y lo conocido (o conocible).
(3)         Metodológica: ¿ Qué debería hacer el investigador para averiguar sobre el conocimiento?
    Las respuestas que se den a estas preguntas pueden considerarse como las creencias básicas o los paradigmas que podrían ser adoptados.
    Esas respuestas son los puntos de partida que determinan lo que es la investigación y cómo ella va a ser practicada. Esas respuestas no pueden ser probadas o no probadas, en ningún sentido; si eso fuera posible, no habría dudas acerca de cómo practicar la investigación. Todos esos sistemas de creencias o paradigmas son construcciones humanas,
y por lo tanto están sujetas a todos los errores  y las debilidades que acompañan, inevitablemente, a las empresas humanas.
    Hay muchas formas diferentes de responder a esas preguntas. Descartes, obsesionado con la idea de que pudiera ser engañado y aceptar algo que no fuera cierto, investigó acerca de una base que fuera cierta con seguridad. (De allí que su pronunciamiento legendario, “pienso, luego existo” fuera la única proposición que él sintiera que podía establecer sin que mismo la pusiera en duda inmediatamente). Su preocupación exagerada por el conocimiento cierto ha sido llamada “ansiedad cartesiana”, una enfermedad que todavía se refleja en la investigación positivista (y postpositivista), que tiene como fin averiguar “como son las cosas realmente” y  “cómo las cosas realmente funcionan”.

LAS CREENCIAS BASICAS DEL POSITIVISMO.

     Las frases “como son las cosas realmente” y “cómo las cosas realmente funcionan” son planteamientos ontológicos. El sistema básico de creencias del positivismo está enraizado en una ontología realista, esto es, la creencia de que existe una realidad anterior, dirigida por leyes naturales inmutables. La tarea de la Ciencia es descubrir la naturaleza “verdadera” de la realidad y cómo funciona ella “realmente”. El objetivo último de la ciencia es predecir y controlar los fenómenos naturales.
    Una vez comprometido con una realidad ontológica, el positivista está obligado a practicar una epistemología objetivista. Si hay un mundo real operando de acuerdo a leyes naturales, entonces el investigador debe comportarse de tal manera que plantee las preguntas directamente a la naturaleza y que permita que la naturaleza responda directamente. El investigador, por así decirlo, debe pararse detrás de una gruesa pared de vidrio, de visión de una vía, observando la naturaleza y cómo “ella hace sus cosas”, arrancándole a la naturaleza sus secretos, sin alternarla en ninguna forma.
    Pero ¿cómo podría hacerse eso, si hay la posibilidad de sesgo del investigador, por una parte y la propensión de la naturaleza a confundir, por la otra?. La respuesta del positivista es: mediante el uso de una metodología manipulativa, que controle a ambos; y por métodos empíricos que coloquen el punto de decisión inclinado hacia la naturaleza y no hacia al investigador. Esta manera, la metodología más apropiada es el experimentalismo empírico, o una aproximación tan cercana a él como pueda ser manejada.
     El sistema básico de creencias (paradigma) del inquirir convencional (positivista) puede ser resumido como sigue.

Ontología:   Realista—la realidad existe “fuera del individuo” y está dirigida por leyes y mecanismos naturales. El conocimiento sobre esas leyes y mecanismos se resume convencionalmente en la forma de generalizaciones libres de tiempo y de contexto. Algunas de esas generalizaciones toman la forma de leyes causa-efecto.

Epistemología:   Dualista/objetivista—es posible y esencial para el investigador adoptar una postura distante, no interactiva. Por lo tanto, los valores y otros factores de sesgo son automáticamente incluidos, para no influir sobre los resultados.

Metodología:     Experimental/manipulativa—se formulan por adelantado preguntas e hipótesis, sujetas a pruebas empíricas (reputación) bajo condiciones cuidadosamente controladas.

     Hay muchas formas en las cuales este sistema de creencias puede ser objetado. Cada uno de los tres paradigmas emergentes que se presentan a continuación presenta sus propias objeciones y propone sus propias soluciones. Se examinará cada uno por separado.

LAS CREENCIAS BASICAS DEL POSTPOSITIVISMO.

     El postpositivismo se puede caracterizar mejor como una versión modificada del positivismo. Habiendo hecho una evaluación de los aspectos negativos del positivismo, los postpositivistas luchan por reducirlos o por adaptarse a ellos. La predicción y el control continúan siendo su objetivo.
    Ontológicamente, el postpositivismo se mueve desde una postura que fue llamada, con frecuencia, “realismo crítico”, pero que ahora se reconoce como una postura realista “ingenua”. La esencia de esta posición es que, aunque existe un mundo real, dirigido por causas naturales reales, es imposible para los seres humanos percibirlo verdaderamente, a través de sus mecanismos sensoriales e intelectuales imperfectos. Debido a esas fallas humanas, los investigadores necesitan ser críticos acerca de su trabajo. Pero, aunque uno no debe nunca estar seguro de que la última verdad ha sido descubierta, no debe haber duda de que la realidad está “ahí afuera”. El realismo permanece como el concepto central de esta  posición.

    Epistológicamente, el postpositivismo reconoce lo absurdo de suponer que es posible para un investigador separar lo humano mientras conduce la investigación. El trabajo en las ciencias “duras” ha demostrado que los “hallazgos” emergen de la interacción entre el investigador y lo investigado, como lo muestra, por ejemplo, el Principio de la Incertidumbre de Heisenberg y el Principio de la Complementariedad de Bohr (Hesse, 1980; Zukav, 1979). Para superar esos problemas, los postpositivistas aconsejan una objetividad modificada, presentando la objetividad como un “ideal regulador” y reconociendo que no puede ser alcanzado en ningún sentido absoluto. Ese ideal puede ser alcanzado con una aproximación razonable si se procura ser tan neutral como sea posible, “jugando limpio” en relación con las propias predisposiciones (como yo hice en los primeros párrafos de este capítulo); apoyándose en la “tradición crítica” esto es, requiriendo que los uniformes de cualquier investigación sean consistentes con la tradición existente en el campo; y sometiendo cada investigación al juicio de pares, en la “comunidad crítica”, esto es, editores y jueces de revistas, al igual que sus lectores.

    Metodológicamente, el postpositivismo suministra dos respuestas a los retos emergentes. Primero, con el interés de adaptarse al compromiso con el realismo crítico, y la subjetividad modificada, se coloca el énfasis sobre el multiplismo crítico (Cook, 1985), el cual se puede interpretar como una forma de triangulación (Denzin, 1978). Si los mecanismos sensoriales e intelectuales no pueden ser confiables, es esencial que los “hallazgos” de una investigación estén basados en tantas fuentes de datos como sea posible: investigadores, teorías y métodos. Más aún, si la objetividad nunca puede ser completamente obtenida, el descansar sobre tantas fuentes diferentes hace menos probable el que se realicen interpretaciones distorsionadas.

    Segundo, y quizás más importante, el postpositivismo reconoce que muchos desequilibrios han surgido como resultantes del afán por lograr una investigación realística, objetiva. La mayor parte de la agenda postpositivista ha sido dedicada a identificar esos desequilibrios y a proponer maneras de reorientarlos. Se cree que, si los desequilibrios pueden ser reorientados, el positivismo con sus nuevas ropas postpositivistas, pueden ser útiles otra vez. Hay cuatro desequilibrios, pero por supuesto, no todos los postpositivistas están de acuerdo en que todos los cuatro existen, ni tampoco en que todos ellos sean igualmente críticos.
·         El desequilibrio entre rigor y relevancia. En términos más tradicionales esta es la relación más inevitable, más ineludible, entre validez interna y validez externa. Mientras mayor es el control establecido para alcanzar validez interna, menor es la generalizabilidad de los hallazgos, porque en el análisis final los resultados de laboratorio sólo son generalizables a otro laboratorio. Este desequilibrio, creado  por el énfasis excesivo sobre los controles del contexto, se puede reorientar mediante la realización de la investigación en arreglos más naturales. El lector debería darse cuenta de que el término investigación naturalística, usado con frecuencia en el pasado para denotar lo que en este libro es llamado investigación constructivista, no es equivalente a esta propuesta postpositivista; el término naturalístico es identificado con un paradigma, mientras el término natural es identificado con una metodología, que es la parte actuante de un paradigma.
·         El desequilibrio entre precisión y riqueza. La precisión es crítica para una ciencia que define como sus mayores objetivos la predicción y el control. No es sorprendente que ese afán por obtener la precisión traiga como resultado una sobre-enfatización en los métodos cuantitativos –el epítome de la precisión- sobre todo, en vista de la impresionante cantidad de arreglos de métodos matemáticos y estadísticos que están disponibles. Este desequilibrio se puede reorientar mediante la inclusión de más métodos cualitativos. Aquí también, el lector deberá notar la confusión engendrada por este uso del término “métodos cualitativos” (o métodos etnográfico, fenomenológico, o estudio de caso). El término cualitativo es un término de nivel de método, no es un término de nivel de paradigma. El requerimiento de métodos cualitativos no es por sí mismo un requerimiento para un cambio de paradigma.
·         El desequilibrio entre elegancia y aplicabilidad. La presión para predecir y controlar determina un gran énfasis sobre los planteamientos de las teorías formales – y preferiblemente grandes teorías, que están basadas ampliamente. El desarrollo y sometimiento a prueba de esas teorías, caracterizan a mucha de la actividad científica. Pero se ha encontrado, que esas grandes teorías, mientras que patrocinan la generalizabilidad, con frecuencia no “funcionan” en contextos locales (Glaser & Strauss, 1967). Este desequilibrio se puede reorientar “estableciendo” teorías en circunstancias locales, esto es, conduciendo el inquirir de manera que esa teoría sea el producto  en lugar del precursor de la investigación.
·           El desequilibrio entre descubrimiento y verificación. El descubrimiento, esto es, el proceso por el cual emergen las teorías previas y sus preguntas e hipótesis implicadas, no es parte del paradigma convencional. El descubrimiento es un precursor en lugar de una parte integral del proceso científico, cuyo propósito es solamente la verificación (falseabilidad). Pero esta posición es vista inmediatamente como absurda, cuando uno considera que la mayor parte de los avances importantes de la ciencia han sido  hecho por la vía del descubrimiento creativo y no por la vía de la verificación. Claramente, ambos procesos son necesarios; no solamente es injusto sino también extremadamente limitado reservar el manto de la ciencia sólo para verificaciones. Este desequilibrio se puede reorientar definiendo un continuo  de investigación, que vaya desde el “descubrimiento puro” en un extremo, hasta la verificación “pura” en el otro extremo. El lector debería darse cuenta de que la primitiva tendencia a relegar a los paradigmas diferentes del positivismo al extremo del descubrimiento ha sido reemplazada por una postura más ecuménica, que parece reconocer que ambos procesos pueden ir en todos los paradigmas. Pero debería estar claro que hacer este ajuste no tiene nada que ver con las diferencias de paradigma; con este ajuste simplemente se reconoce que el positivismo, si no es que también el postpositivismo, cometió un error en su primera evaluación.
      Podemos darnos cuenta, entonces, que las creencias básicas del postpositivismo difieren muy poco de las del positivismo. Podemos resumir la postura como sigue:

      Ontología: Realista Crítica –la realidad existe, pero nunca puede ser totalmente aprehendida. Está dirigida por leyes naturales que pueden ser comprendidas solo en forma incompleta.
       Epistemología: Objetivista modificada—la objetividad permanece como un ideal regulador, pero sólo puede ser aproximada, con un énfasis especial colocado sobre guardianes externos, tales como la tradición crítica y la comunidad crítica.
       Metodología: Experimental/manipulativa modificada—enfatiza el multiplismo crítico. Reorienta los desequilibrios mediante una investigación realizada en arreglos más naturales, usando más métodos cualitativos, dependiendo más de una teoría de base y reintroduciendo el descubrimiento dentro del proceso de investigación.

LAS CREENCIAS BASICAS DE LA TEORIA CRITICA.

       La etiqueta de teoría crítica es, sin duda, inadecuada para englobar todas las alternativas que pueden incluirse dentro de esta categoría de paradigma. Un hombre más apropiado podría ser “inquirir ideológicamente orientado”, el cual incluye el neo-Marxismo, materialismo, feminismo, investigación participativa y otros movimientos similares, al igual que la teoría crítica misma. Sin embargo, esas perspectivas se colocan juntas porque ellas convergen en el rechazo que hacen a la demanda de los positivistas y los postpositivistas, de una investigación “libre de valor”.

      Como los paradigmas son construcciones humanas, inevitablemente reflejan los valores de sus constructores. Esos valores entran dentro de la investigación, en los puntos de selección, como el problema  escogido para su estudio, el paradigma dentro del cual estudiarlo, los instrumentos y las formas analíticas usadas, las interpretaciones, conclusiones y recomendaciones que se hagan. La naturaleza no puede ser vista como ella “realmente es”, o como ella “realmente funciona”; sólo puede ser vista a través de una ventana de valores.

       Si los valores   entran dentro de cada investigación, entonces la pregunta que surge inmediatamente es ¿ cuales valores  van a dirigir la investigación? y ¿los valores de quién?. Si los hallazgos de los estudios de los estudios pueden variar dependiendo de los valores escogidos, entonces la escogencia de un  sistema particular de valores tiende a dar poder y a emancipar a ciertas personas, mientras que debilita y esclaviza a otras. La investigación, por lo tanto, se convierte en un acto político.

       De acuerdo con esas afirmaciones, en direcciones opuestas, uno podría esperar que los teóricos críticos (ideólogos) rechazaran una postura realista; porque si hay un estado real de hechos, entonces no parece razonable argumentar que ellos pudieran ser influenciados por las posiciones  de valor que los investigadores pudieran tomar. Más aún, una realidad real requiere un enfoque epistemológico objetivo para revelarla, como han sostenido por largo tiempo los positivistas y los postpositivistas. Pero, por alguna razón, los teóricos críticos (ideológicos) ha elegido creer en una realidad objetiva- como lo demuestra la frase comúnmente usada por ellos “falsa conciencia” (debido a que ella implica que hay una “ verdadera conciencia” en alguna parte o poseída por el investigador o por alguna elite mejor informada). La tarea de la investigación es, por definición, la elevación de la gente (la oprimida) a un nivel de “verdadera conciencia”. Una vez que ellos aprecien lo oprimidos que están, pueden actuar  para transformar el mundo y predecir y controlar.

      De esta manera, parece haber una separación lógica: una ontología realista pero probablemente, un realismo crítico, para los postpositivistas acoplada con una epistemología subjetivista- es subjetivista porque los actos de la investigación están íntimamente relacionados con los valores del investigador. El moverse a una epistemología subjetivista sin duda representa un paso hacia adelante, pero en la medida en que sea epistemología  esté inscrita al servicio de una ontología  realista, parece perder mucha de su fuerza.

      En el nivel metodológico, los teóricos críticos (ideologistas) parecen más consistentes. Si  el fin de la investigación es transformar el mundo (real), por medio de la elevación de la conciencia de participantes, de manera  que ellos sean energizados y facilitados hacia la transformación, entonces se requiere algo diferente a una metodología  manipulativa, intervencionista. Los teoristas críticos usan un enfoque dialógico que busque eliminar la falsa conciencia y reúna a los participantes alrededor de un punto de vista común (¿verdadero? ). En este proceso los factores del mundo real son aprehendidos, y se hacen juicios acerca de cuales de esos factores pueden ser alterados. El resultado de la acción afectiva, concertada es la transformación.

      Dada esta visión, podemos resumir el sistema de creencias básicas del paradigma de la teoría crítica como sigue:
     
      Ontología: realista crítica, como en el caso del postpositivismo.
      Epistemología: subjetivista, en el sentido de que los valores median la investigación.
            Metodología: dialógica, transformativa; elimina la falsa conciencia, y energiza y facilita la transformación.
 
LAS CREENCIAS BASICAS DEL CONSTRUCTIVISMO

Yo creo que los proponentes de los paradigmas postpositivista y de la teoría crítica sienten que puede haber una concertación entre sus posiciones, y seguramente también una concertación con el postpositivismo convencional. Los constructivistas, por otra parte, sienten que los paradigmas positivistas y postpositivistas están muy resquebrajados  y deben ser completamente reemplazados. Entre los argumentos más destacados para sostener esta posición están los siguientes:
(1)       La carga teórica de los hechos. Si las pruebas empíricas van a ser válidas como árbitros de las proposiciones (preguntas e hipótesis) formuladas a la naturaleza por los investigadores, entonces es esencial que los lenguajes teóricos y observacionales sean  independientes. Los “hechos” que son recolectados deben ser independientes de los planteamientos proposicionales (teóricos). Pero los filósofos de las ciencias creen ahora  uniformemente que los hechos son hechos solo dentro de algún marco teórico (Hesse, 1980). Así, las bases para describir “como son las cosas realmente” y “como realmente funcionan” se han perdido. La “realidad” existe solamente en el contexto de un marco mental (constructor)  para pensar acerca de ella.

(2)       La indefinición de la  teoría. Ninguna teoría puede nunca estar completamente probada debido al problema de la inducción. La observación de un millón de cisnes blancos no suministra evidencia indiscutible para afirmar que “todos los cisnes son blancos”. Hay siempre un número de teorías que pueden, en principio, “explicar” un cuerpo dado de “hechos”. Así, nunca es posible ninguna explicación inequívoca. Pueden haber muchas construcciones, y no hay forma fundamental de escoger entre ellas. La “realidad” puede ser “vista” sólo a través de una ventana de teoría; ya sea ésta implícita o explícita.

(3)       La carga  de valor de los hechos. Los constructivistas están de acuerdo con el argumento ideológico de que la investigación no puede estar libre de valor. Si la “realidad” sólo puede ser vista a través de una ventana de teoría, también puede ser vista solamente a través de una ventana de valor. De esta manera son posibles muchas construcciones.

(4)       La naturaleza interactiva del investigador/lo investigado dentro de una díada. Aún los postpositivistas han reconocido que la objetividad no es posible; los resultados de una investigación están siempre modelados por la interacción entre el investigador y lo que se investiga. Y si esa interconexión íntima se da en las ciencias físicas, ¿no pueden estar mucho más modelados los resultados de una investigación social?. Este problema de la interacción está desbastando tanto al positivismo como al postpositivismo. En primer lugar, convierte en obsoleta la distinción entre ontología  y  epistemología; lo que puede ser conocido y el individuo que viene a conocerlo están fusionados en un todo coherente. En segundo lugar, convierte a los hallazgos de una investigación no en una presentación de lo que está “fuera del investigador”, sino en el resultado de un proceso que literalmente crea esos hallazgos. Por último, describe el conocimiento como el resultado o consecuencia de la actividad humana; el conocimiento es una construcción humana, nunca certificable como la última verdad, sino como algo problemático y siempre cambiando.

     Tomando como   base esta crítica, se hace aparente el por qué  los constructivistas sienten que se necesita un paradigma completamente nuevo. Ontológicamente, si en cualquier investigación siempre se puede hacer muchas interpretaciones, y si no hay procesos básicos mediante los cuales se pueda determinar la última verdad o falsedad de esas construcciones, la única alternativa es la de tomar una posición  de relativismo. El relativismo es la clave para la apertura y la investigación continúa para realizar construcciones más informadas y sofisticada. Las realidades son múltiples, y ellas existen en las mentes de las personas.

     Epistemológicamente, el constructivista escoge tomar una posición subjetivista. La subjetividad no es sólo impulsada hacia nosotros debido a la condición humana (como podría sostener el postpositivismo) sino porque es el único medio de revelar las construcciones sostenidas por los individuos. Si las realidades existen sólo en las mentes de las personas, la única forma de acceder a ellas es la interacción subjetiva.

     Metodológicamente, el constructivista procede en diferentes formas, las cuales se dirigen a identificar la variedad de construcciones que existen, y a reunirlas con tanto consenso como sea posible. Este proceso tiene dos aspectos: hermenéutico y dialéctico. El aspecto hermenéutico consiste en representar construcciones individuales en forma tan precisa como sea posible; mientras el aspecto dialéctico, consiste en comparar y contrastar esas construcciones individuales existentes (incluyendo la del investigador) de manera que cada persona debe confrontar las construcciones de otras personas y armonizar con ellas. La metodología hermenéutica/dialéctica está dirigida a producir una construcción (o construcciones) tan informada y elaborada como sea posible. Simultáneamente, la metodología está dirigida a mantener canales de comunicación abiertos, de manera que esa información pueda ser continuamente mejorada. De esta manera, el constructivismo no intenta predecir y controlar el mundo “real” tampoco intenta transformarlo, sino reconstruir el “mundo” en el único punto en el que él existe: en la mente de los constructores. Es la mente la que va a ser transformada, no el mundo “real”.

    Podemos así resumir el sistema de creencias (manteniendo la organización de tres aspectos, por el respeto al contraste, a pesar de haber argumentado que, en el constructivismo, está anulada la distinción entre ontología/epistemología):

     Ontología : Relativista—las realidades existen en la forma de construcciones mentales múltiples, basadas social y experimentalmente, locales y específicas, dependientes por su forma y contenido de las personas que las sostienen.
     Epistemología: Subjetivista—el investigador y lo investigado están fusionados en una sola entidad (monística). Los hallazgos son literalmente la creación del proceso de interacción entre los dos.
     Metodología:  Hermenéutica, dialéctica – las construcciones individuales son producidas y refinadas hermenéuticamente, y comparadas y contrastadas dialécticamente, con el fin de generar una (o unas)  construcciones sobre las cuales hay consenso  sustancial.

¿DE QUE TRATA EL DIALOGO DEL PARADIGMA?

     Yo debo enfatizar otra vez, que las cosas que he presentado en este capítulo son mis construcciones acerca de la naturaleza de cuatro paradigmas—el positivismo tradicional y tres contendores que van en pos de la supremacía: postpositivismo, teoría crítica y constructivismo. Estamos involucrados en un debate grande acerca de cual de esos paradigmas debe ser preferido. Mi  propia posición es la de que una lucha por la supremacía es irrelevante. Como constructivista yo puedo afirmar que ninguno  de esos cuatro es el paradigma para escoger. Cada uno es una alternativa que merece ser escogida en base a sus méritos (y yo no tengo dudas de que todos tienen méritos). El diálogo no es para determinar cual  paradigma debe ganar finalmente. Más bien es para llevarnos a otro nivel en el cual todos esos paradigmas sean reemplazados por otros paradigmas que no vemos ahora. Ese paradigma no será una aproximación más cercana a la verdad sino simplemente más informado y sofisticado que los que ahora conocemos.



a.m.c.n/1994


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