Mochuelo, fotografía tomada por Juan Cuotto (Venezolano) |
Autor: Gilberto Aranguren Peraza
Caracas, 1995
Cuando se habla de investigación, se asume
un término que se aplica a un campo muy amplio de actividades, que a través de
los tiempos ha dejado de ser complejo, extraordinario e identificable. Ya que
se observa mediante la práctica, que los esquemas de investigación no queda
sólo a grupos exclusivos de individuos. El docente del aula, el coordinador de
la escuela a igual que el director (a), así como los profesionales de cualquier
área, seas ésta científica o humanística, es también gente dedicada a
desarrollar investigaciones, no con la connotación y la dimensión con que lo ejercen
grupos más especializados, sino dentro de un marco de subjetividad y sencillez,
a modo de solventar situaciones problemáticas concretas y particulares; Por
otro lado, con frecuencia la rutina de algunos educadores ha conducido el fin
escolar a concepciones y esquemas repetitivos, sin proveer transformaciones a
las aptitudes tanto colectivas como individuales, esto exige, por supuesto, una
participación seria y convincente en lo que respecta las dimensiones históricas
–contextuales y teóricas – epistemológicas del conjunto de fases o momentos de
los fenómenos y estructuras.
En el afán de alcanzar las razones para
llevar a cabo la comprensión de la verdad y hacer consciente las limitaciones,
tanto contextuales como históricas, los hombres y mujeres abordan las
problemáticas con las premisas de estructurar y crear nuevos conocimientos.
Ahora bien, esta necesidad no avanza por si sola, la construcción o aporte
humano a la teoría va enlazada con los
gustos e intereses personales y colectivos y por supuesto con la pretensión de
promover alternativas a las ambigüedades, confusiones y cuestionamientos de la
realidad.
Surgen así preguntas que se hace el sujeto
investigador, al iniciar un proyecto de investigación: ¿Es de interés el tema?
¿Me gusta? ¿Me interesa? ¿Qué nuevos aportes al conocimiento se logrará con
este proyecto? ¿Qué trascendencia histórica – geográfica se promoverá?. El
interés o el gusto por algún tema específico debe relacionarse con los
contextos – históricos – personales y atendiéndose al conocimiento previo del
sujeto, es desde allí que se justifica la razón de la investigación, la
relevancia del trabajo, el impacto posible que podría generar y el asumir que
se está entrando a lo desconocido.
La investigación, su proceso y proyecto no
está solo en el concepto definido estricto a lo cual debe regirse para ser
evaluado como tal, pero tampoco en el extremo anárquico y subjetivo que
pretende de modo incontrolado sustituir la dinámica metodológica por propuestas
que no contribuyen a sistematizar el aprendizaje y crear nuevas formas de
pensar.
De hecho, lo cierto es que la mayoría de
los investigadores han tenido que asumir la investigación, como única
posibilidad para la producción del conocimiento, el cómo se logra esto es la
discusión.
El nacimiento de un proyecto de
investigación exige por sí solo una intervención del investigador, de su
participación depende el impacto que tendrá, en otras palabras la investigación
debe ser el eje para promover las transformaciones, no solamente del
pensamiento sino del contexto.
Aunque parezca radical, es preferible
ejercer investigaciones con problemáticas bien focalizadas, en un espacio
delimitado con la prevención de los obstáculos y sus incidencias en las metas,
queriendo decir con esto, que es menester hacer proyectos en un marco de
sencillez, ya que la pretensión de asumir situaciones muy amplias que impide la
intervención de los investigadores, aún siendo los trabajos muy importantes y
creativos, no tienden a suavizar los problemas, mucho menos erradicarlos, es de
ciencia parcelar las investigaciones para que sus posibles alternativas de
solución lleguen y sean eficaces. Muchos creemos que la investigación es sólo
aquello que llena páginas de esquemas y cuadros y no lo que después de un
proceso incide en la realidad.
Por otro lado las concepciones alternas a
las investigaciones de tipo tradicionalistas, como las que se rigen dentro de
los enfoques Fenomenológico – Interpretativos y de acción, se han permitido
originar un sin fin de contradicciones que no vienen al caso, como por ejemplo
ambicionar el logro de la producción de los conocimientos sin una organizada
sistematización que permita socializar lo aprendido de una manera auténtica y
verificable.
Es imprescindible, con cualquier enfoque
epistemológico, el estructurar los objetivos de manera alcanzable, pero no
perdiendo la perspectiva dinámica de la investigación, desarrollando
estrategias que puedan, mediante la evaluación permanente, modificarlos y
hacerlos más accesibles.
Sobre la base de esta discusión se
pregunta: ¿Cómo ha nacido el problema de investigación personal?, Sin querer
caer en el anarquismo y las falsas presunciones, menos aún en las
contradicciones que pudiesen generar el hecho de a veces creer si es o no
necesario el suponer un problema para propiciar un proyecto, o más bien la
libertad de descubrirlos y no precisamente
“investigar un problema determinado” (Martínez, 1991). Claro está esto
exige reflexión, diálogo y comprensión al respecto.
En
lo que se refiere a mi problema, para la ejecución del proyecto, (a mi modo de
ver) me encuentro en la búsqueda del
mismo, ya que se hace relativo la percepción, y para intervenir es como
importante e interesante el negociar o el dialogar consensualmente para hacer
conscientes a los sujetos que “participan y participamos” en las situaciones
que se intentan provocar.
Una de las consideraciones limitantes
dentro del proyecto pensado, es la de encontrar los nexos que impliquen
satisfacer de parte y parte los logros de un conocimiento nuevo por supuesto de
sistematizar los aprendizajes.
En conclusión, esta reflexión sólo
ayuda a consolidar el “norte” y poner las expectativas al servicio de la
creatividad y a partir de allí planificar y actuar en el proceso.
Bibliografía:
Martínez M, (1991): La
investigación Cualitativa Etnográfica en Educación. Caracas, Edit. Texto
S.R.L.
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